Los Ojos Violeta dejan de ver el Sol... Adiós Elizabeth Taylor


Fallece la actriz Elizabeth Taylor famosa por sus deslumbrantes ojos de color violeta, sus ocho matrimonios y su brillante carrera cinematográfica... 23/03/11


La actriz británico-estadounidense Elizabeth Taylor ha muerto a los 79 años de edad, según ha informado este miércoles la cadena de televisión ABC. Liz Taylor había nacido en Londres de padres estadounidenses en febrero de 1932, pero residía en Estados Unidos desde su infancia.

La actriz llevaba dos meses ingresada en el hospital Cedars Sinai   de Los Angeles a causa de la insuficiencia cardíaca congestiva que le   había sido diagnosticada en 2004. Aparte, fue operada en 1997 de un   tumor cerebral.   

Elizabeth Taylor, actriz estadounidense también conocida como LIZ TAYLOR, era una de las leyendas del Hollywood dorado. La protagonista de más de 50 películas, incluido el par por el que obtuvo sendos Oscar a la mejor actriz -"Una mujer marcada" (1960) y "¿Quién teme a Virginia Woolf? (1966)- mantuvo un apasionado amor con otro de los grandes mitos, el actor Richard Burton, en medio de una vida que también deparó a la actriz excesos como el alcohol y las drogas.

Nació el 27 de febrero de 1932 en Londres, debido a una estancia temporal en la capital británica de sus padres, ambos estadounidenses. Poco antes del estallido de la II Guerra Mundial su familia retornó a EEUU, concretamente a California, con la pequeña Elizabeth quien, con sólo 7 años, debutó en el cine ("Hombre o ratón"), con 10 protagonizó la película de la Metro "Lassie" y, a continuación, su secuela "El valor de Lassie".

Después llegaron "Las rocas blancas de Dover" (1944), "Fuego de juventud" (1944), "Cynthia" (1947), "Vivir con papá" (1947), "Mujercitas" (1949), "El padre de la novia" (1950), "El padre es abuelo" (1951), "Un lugar en el sol" (1951), "Ivanhoe" (1952) o "La senda de los elefantes" (1954).

Tras estos largometrajes protagonizó los inolvidables "Gigante" (1956), de George Stevens; "El árbol de la vida" (1957), de Edward Dmytryk; "La gata sobre el tejado de zinc" (1958), de Richard Brooks; "De repente, el último verano" (1959), de Mankiewicz; "Una mujer marcada" (1960), que le valió su primer Oscar a la mejor intérprete; la "Cleopatra" (1963) de Mankiewicz, en cuyo rodaje conocería a su gran amor Richard Burton; y "¿Quién teme a Virginia Woolf" (1966), de Mike Nichols y segundo Oscar de la actriz.

Posteriormente trabajó en rodajes como "La fierecilla domada" (1967), de Zefirelli; "Reflejos en un ojo dorado" (1967), de John Huston; el "Doctor Fausto" (1968), que dirigieron Richard Burton y Nevill Coghilliesde; el "Pacto con el diablo" (1972) de Peter Ustinov; "Érase una vez Hollywood" (1974), de Jack Haly jr.; y la superproducción "El pájaro azul" (1976), de George Cukor.

En Broadway se presentó con la obra teatral "The litle foxes" en 1981 y, dos años después, representó junto a Burton "Vidas privadas".

A partir de los años ochenta hizo escasas colaboraciones artísticas. Las últimas fueron para "El espejo roto" (1980), de Guy Hamilton; "Il Giovane Toscani" (1988), de Zefirelli; y como suegra de Pedro Picapiedra en la versión de imagen real de "Los Picapiedra" (1994) de Brian Levant.

Uno de sus últimos actos públicos fue el cierre de la ceremonia de los Globos de Oro en 2001.
La actriz, que en una etapa de su vida padeció sobrepeso y fue adicta a las drogas y al alcohol, ha tenido una débil salud en las tres últimas décadas, en un lento proceso al que su escoliosis le llevó a postrarse en silla de ruedas.

Hospitalizada en numerosas ocasiones -el último ingreso fue el 11 de febrero de 2011 en el centro Cedars-Sinai de Los Ángeles por problemas cardíacos-, Liz ha sufrido neumonías, problemas de espalda, varias operaciones de cadera, un tumor cerebral benigno del que fue intervenida en 1997 y una operación de válvulas coronarias en 2009.

Tras dejar el cine, se dedicó a tareas humanitarias, llegando a presidir una asociación que buscaba apoyo económico para combatir el Sida. Esta labor fue premiada por la Fundación Onassis en 1988. Posteriormente fue distinguida con el Premio Humanitario Jean Hersholt de la Academia de Hollywood (1993) y como Dama del Imperio Británico por Isabel II (2000).

También recibió la Medalla de los Ciudadanos que le entregó el presidente Bill Clinton (2001) y, en 2002 de manos del presidente George W. Bush, uno de los premios del Centro Kennedy para las Artes.

Su inmensa fortuna incluye cuadros -como la "Vista del asilo y capilla de Saint-Remy" de Van Gogh o el retrato serigráfico que Warhol hizo de la actriz- y una gran y singular colección de joyas, como el diamante Taj-Mahal en forma de corazón, un regalo de Burton que había pertenecido desde 1627 a Muntaz-I-Mahal, la esposa favorita del emperador indio Shah-Jahan.

Entre sus tesoros destaca, igualmente, el diamante Krupp-Taylor-Burton que había sido de la mujer del magnate alemán Alfred Krupp y adquirió Richard Burton por 1,2 millones de dólares, además de la perla "La Peregrina", descubierta por un esclavo en el Golfo de Panamá, entregada a Felipe II de España, ofrecida como regalo de boda a la reina María Tudor de Inglaterra, pintada por Velázquez y que Burton compró en subasta por 37.000 dólares.
Una de las amigas más cercanas y fieles de Michael Jackson, a quien "bautizó como el Rey del Pop", Elizabeth Taylor se ha casado ocho veces (tres con Richard Burton).

Cuando Liz Taylor tenía 18 años de edad, Conrad Nicholas Hilton se convirtió en su primer marido. Dos años después se unió al actor británico Michael Wilding –con quien tuvo dos hijos varones- y a continuación al productor Mike Todd, con el que tuvo una hija. Después conoció al cantante Eddie Fisher y posteriormente dio el "sí quiero" al también actor Richard Burton, de quien se divorció y con el que volvió a casarse dos veces más; su relación con Burton duró en total 11 años y le dio otra hija.

Posteriormente llegaron los que serían el séptimo y octavo marido, el senador John W. Warner y el obrero de la construcción Larry Fortensky, respectivamente. Del último se divorció en 1996.



Fuente: LA RAZON